noviembre 7

Texto para comentar: Kafka

-Queridos padres- dijo la hermana y, para empezar, dio un golpe con la mano en la mesa-, así no podemos continuar. Si vosotros no os dais cuenta, yo sí. Delante de este monstruo no quiero pronunciar el nombre de mi hermano y por eso digo sólo una cosa: tenemos que intentar deshacernos de él. Hemos hecho lo humanamente posible por cuidarlo y soportarlo, creo que nadie podrá hacernos jamás el más mínimo reproche.

-Tienes mil veces razón-, dijo entonces el padre. La madre, que seguía sin aire suficiente para respirar, empezó a toser ahogadamente sobre la mano que tenía en la boca, con una expresión de demencia en la mirada.

[…]

– Hija mía –dijo el padre compasivo y con sorprendente comprensión -, ¿pero nosotros qué podemos hacer?

[…]

-Tiene que desaparecer –exclamó la hermana-, es el único remedio, padre. Tú solo tienes que desechar la idea de que es Gregor. Nuestra verdadera desgracia es haberlo creído tanto tiempo. ¿Pero cómo puede ser eso Gregor? Si fuera Gregor, habría comprendido hace tiempo que no es posible que seres humanos convivan con un bicho así y se habría marchado voluntariamente. Entonces ya no tendríamos hermano, pero podríamos seguir viviendo y honraríamos su memoria. Así, en cambio, ese bicho nos persigue, ahuyenta a los huéspedes, quiere adueñarse, a lo que parece, de todo el piso, y hacernos pasar toda lanoche al sereno. ¡Mira, padre –gritó de pronto -, ya empieza otra vez!

[…]

Nada más lejos de Gregor que querer asustar a nadie, y menos aún a la hermana. Lo que había hecho era empezar a darse la vuelta para regresar a su cuarto, y eso causaba una extraña impresión, pues debido a su estado dolorido, al hacer los difíciles giros, tenía que ayudarse con la cabeza, levantándola y golpeándosela contra  el suelo repetidas veces. Se detuvo y miró en derredor. Al parecer, habían comprendido su buena voluntad. […] <<Así que ahora ya me podré dar la vuelta>> pensó Gregor reemprendiendo su trabajo.